Fantasiosas leyendas cuentan que el diablo -Lucifer- realizaba allí sus macabras reuniones, y arrojaba desde lo alto a los curiosos que se acercaban a mirar por sus dos grandes ventanales.
Curioso paraje y buenas vistas, pero su localización a más de 20 Km. de la ciudad, unido a su escaso interés fotográfico, turístico y en realidad no más destacable que muchos otros miradores con más atractivos, hacen poco recomendable su visita al paso por Cuenca.
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